Mario, ojala tú película estuviera en otro castillo.

Hace ya casi 5 años que los entes supremos dedicados a otorgar record Guiness decidieron darle el título de personaje ficticio más popular de la industria del videojuego al entrañable fontanero italiano que aterrizó en nuestras consolas allá por el año 1981. Sí, hablamos de Super Mario, y no sabemos que es lo que hizo este amigable personaje en otra vida para que el karma le castigase haciéndole partícipe de la que es sin duda una de las peores películas de la historia en cuanto a adaptaciones del videojuego al cine se refiere. Antes de que hablemos nosotros vamos a allanar un poco el camino dejando que sean los datos los que hablan.

La película costó 42 millones de dólares, de los que recaudo apenas 20 y sin bien este no es siempre un dato concluyente alguno de sus actores dijo textualmente años después: “La película apestaba, y yo en ella”.

Uno de los principales fallos de la película es la búsqueda por parte de los realizadores de un filme para el público adulto, trasladando el animado y colorido mundo del videojuego a un oscuro paraje que bien nos puede recordar a un entorno futurista post apocalíptico. Convierten la fantasía de Super Mario en un montón de alcantarillas llenas de sustancias pegajosas y aspecto desagradable, si visionáramos este mundo sin que nos dieran alguna pista nos sería imposible reconocer el colorido Reino Champiñón de los videojuegos. En definitiva, ¿Por qué dirigir la película a un público adulto si la mayoría del público al que se dirige el videojuego no lo es?

Bienvenidos al reino Champiñon... O al escenario desechado de Blade Runner

Pero todos estos fallos en el marco bien se podrían solventar en parte si la trama fuese fiel en los pilares fundamentales, como son la motivación del protagonista o el antagonista del mismo, pues se ve que tampoco lo vieron importante, si bien en el videojuego Super Mario se ve motivado a corretear entre distintos mundos para salvar a su amada princesa Peach de manos de Bowser, su antagonista y secuestrador, en la película Peach no existe, se la sustituye por Pauline en un guiño a otro videojuego, Donkey Kong, haciendo un guiño fuera de lugar. Aunque al menos Donkey Kong tiene cierta relación con Mario, ya sea porque pertenecen a la misma compañía, Nintendo, o porque el primer juego donde apareció Mario fue en el de Donkey Kong bajo el sobrenombre de Jumpman, el guiño que no entra ni con calzador es el que hace el antagonista, esperando la última media hora de película una pizza, algo que no se entiende si no has visto Las Tortugas Ninja, las cuales sí que no tienen absolutamente nada que ver con el universo de nuestro fontanero favorito.

Ese moco colgante es el Rey Koopa... Sin palabras

Y habréis dado por hecho que el antagonista que espera la anteriormente mencionada pizza es Bowser, aquél ser medio tortuga medio dragón que siempre secuestraba a la princesa... Pues os equivocáis nuevamente, en el filme Bowser es el rey bueno y aparece en la película ¡menos de 15 segundos!, en su lugar se coloca al “Rey Koopa”, cuya estética, al igual que todo el decorado, esta no lejos, lejísimos de la del videojuego (en serio, un hongo, esta es la mayor alusión al juego que encontrareís en toda la película).

 
 
 
 
Para terminar nos gustaría dejar claro que lo que más nos molesta no es que se haga una película utilizando una licencia sin conocerla, no es que se obvie cada detalle y se pretendan hacer guiños de esos de “sí cuela cuela”, ni siquiera es que Luigi no tenga bigote, lo que más nos horroriza es que independientemente de dónde y en que se hayan querido basar la película es horrorosa, con puntuaciones suspensas en todas las páginas relevantes de crítica cinematográfica. Sí aun así seguís viéndoos con fuerza y animo como para verla os advertimos, tomáoslo con humor, no tenéis alternativa.